Quizá sean tus
ganas de salir adelante. Quizá sea mi salvación guardar tu olor en el cajón.
Puede que sea la necesidad de escribir lo que me haga acercarme a ti. Aunque
estés a una eternidad. Quizá sean todos los besos en la cabeza, o aquel viaje a
Senegal soñado. Puede que el destino quisiera esto para nosotros. Muchas cosas
se me escapan. No entiendo lo que pasa a mi alrededor. Sigo sin entender por
qué hay que alejar a las personas que más te quieren. Por qué tenemos esa
tendencia a martirizarnos. Por qué no somos capaces de olvidar, de cerrar
heridas. Quizá sea verdad que con el tiempo consigan cicatrizarse. Y si eso
sucede, seremos héroes de una guerra perdida. Con marcas que no se borrarán
nunca y que, a lo mejor, algún día nos veamos con fuerza para mostrárselas al mundo.
Será el relato
de una historia imposible, de una cuerda que se tensó demasiado, de risas a
medias, de billares en esquinas, de idas y venidas. Una chica con el pelo
largo, los ojos color caramelo, con sonrisa adictiva, con más gestos que
palabras, con la respuesta siempre preparada. Un chico con media vida detrás,
de madurez reciente, de ojos verde camuflaje, de promesas por cumplir, de
felicidad incontrolada. Dos historias que, pese al tiempo, han vuelto a
encontrarse. Esta vez, con la cara al descubierto, con el alma lavada. Ya son
dos adultos, frente a frente, con sus miedos y sus inseguridades sobre la mesa.
Pero, como
tantas cosas incomprensibles, esa historia no puede seguir adelante. Y llega la
pausa. No sé con certeza si se trata de un punto y seguido o del odiado final. Cada
uno escogió su camino, lejos del otro. Como si de una foto se tratase, tú
elegiste el lado izquierdo y yo el derecho. Lo único que sé es que todo arde,
en tu vida y en la mía. E intentamos mantener la calma, porque nos lo
prometimos. Porque ya no queda tiempo para los dos. Únicamente tenemos tiempo
de salvarnos y, con suerte, algún día podremos volvernos a encontrar. Sin
hacernos daño, sin dejar al corazón a medio latir. Confío en que el fuego se
apague para entonces.
Hoy sé que todo arde,
el camino de los dos
se nos llenó de piedras.