miércoles, 19 de septiembre de 2012

A veces niña, a veces mujer.


Miras atrás. De estas veces que te descuidas y te quedas más tiempo del recomendable mirando fotos. Recordando miradas, sabores, olores olvidados. Tardes arrinconadas en cajas de cartón. Cuerpos sobre la hierba, sin nada qué hacer, nada por lo que preocuparse. Tranquilidad y calma. Aroma a jazmín, hojas cayendo sobre la cara. Amores platónicos que colgaban de las paredes, acordes de guitarras desterrados. Risas ahogadas debajo del pupitre, peluches que saltan al escenario. Dulces amargos, caricias soñadas.

 El tiempo pasaba despacio. La vida rápido.

Hace exactamente seis años. Con el pelo más corto, unas cuantas curvas menos y más pecas. Alguna que otra ilusión más, experiencia por adquirir, con el corazón ya remendado. Quería echar a volar de allí. Y volé. Lejos. A 300 Km exactamente.

Ahora, con el pelo infinitamente más largo, el cuerpo bien formado, pecas vergonzosas, más resistente y con unas cuantas decepciones a cuestas. La cara más alargada, la sonrisa aún más grande si cabe. La misma mala leche, destellos en el corazón, paisaje de encina en mis ojos. Mimosa incontrolable, olvidadiza crónica.

En definitiva: a veces niña, a veces mujer.


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